Tuesday, February 10, 2009

EL BUEN OYENTE II:

Hace un tiempo me dio por escribir artículos en prensa escrita, con la particularidad que los mismos viajaban sin rumbo desde posiciones extremas en materia política hasta charla de bares. Los mismos eran publicados en un periódico de provincia cuya condición no venia dada por el uso de un manual de estilo sino que debían ser de forma irreductible colaboraciones, en otras palabras, podía (y lo hice) escribir mal siempre y cuando fuese gratis. Interesado por los blogs y su magia, vaciaba los mencionados escritos en el espacio que la nada infinita me dio en los medios digitales del Pais.com, específicamente en algo que les dio por llamar la comunidad, cuya condición no venia dada por el uso de un manual de estilo sino que debían ser de forma irreductible colaboraciones, en otras palabras, podía (y lo hice) escribir mal siempre y cuando fuese gratis. Gracias a lo anterior pude criticar a su majestad el Rey Don Juan Carlos, hablar de calvicies, opinar sobre el comandante de todos los comandantes y en fin, sobre una serie interminable de idioteces que por estar en tan prestigioso espacio digital se convirtieron en material ¨de consulta¨. La insulsez marchaba bien hasta que publique una respuesta a quien no había preguntado, que para más señas parece que es un ministro del régimen venezolano encargado de las empresas básicas (siderúrgicas), quien en un arranque diario de perdona vidas nos llama al diálogo pero, siempre y cuando hablemos bien del gobierno. De allí surgió un artículo que tenía sentido (aunque poco) en donde recomendaba que para participar de un dialogo debía por fuerza respetarse las normas del buen oyente y del buen hablante. Dicho escrito defectuoso, con múltiples fallas gramaticales, se ha convertido en material de consulta para los españolitos, quienes buscan en internet la respuesta a las tareas del cole. El referido se volvió materia de culto (tiene más de cien comentarios) con la subsecuente calamidad que como lo escrito no habla de las normas en sí, sino de una recomendación para su uso, se ha producido en la tierra de Cervantes la reprobación de cientos de muchachitos que han presentado el ensayo en cuestión como propio, y por malo, pues han sufrido la pérdida del grado por brutos y tarados. Pero como no deja de ser simpático que lo publicado en internet se convierta en verdad absoluta, aquí les mando este escrito con el título del buen oyente II para colaborar un poco mas con la tontera que vive la madre patria en materia de educación de sus peques.