Wednesday, May 16, 2007

El saludo:

El saludo militar es algo más complicado que lo que pretenden reportar quienes critican la incoherencia semántica de ¨patria, socialismo o muerte¨. Fuentes españolas señalan que el saludo militar constituye la expresión sincera del respeto mutuo, disciplina y unión espiritual entre todos los miembros de las Fuerzas Armadas. Incluso el saludo es parte de un protocolo terriblemente complejo, que varía según la ocasión, al respecto puedo referir una de las variantes en España, que rige su ejecución ante la bandera o estandarte de unidades y que reza lo siguiente: ¨Cuando la Bandera o Estandarte se encuentra a pie firme, seis pasos antes girará la cabeza y dirigirá hacia ellos la mirada hasta llegar a su altura, en cuyo momento se detendrá, cuadrará y dará frente llevando la mano al primer tiempo del saludo e inclinando la cabeza con energía, sin variar la posición de la mano, seguidamente levantará la cabeza, cesando en el saludo, deshaciendo a continuación el giro y reanudando la marcha¨. Sin la intensión de considerar, o no, si la reverencia impuesta en la revolución contiene elementos de respeto mutuo, disciplina y unión espiritual, me permito realizar algunos aportes para complementar el saludo rebelde y así hacerlo algo menos ridículo. Para empezar el saludo debe usarse exclusivamente entre militares (sin reírse) y así evitar el esfuerzo que implica repetir el mensaje a cada rato y en cada instancia de la administración pública volviendo al mismo un adefesio, cosa que ya sucede, y lo digo ya que por un error, al intentar comunicarme con una dependencia del Ministerio de Interior y Justicia (al parecer pulsé una tecla que me llevó a otra parte) fui amablemente atendido con el ¨patria, socialismo o muerte¨, buenos días, en una institución claramente civil. Como segundo aporte recomiendo que el saludo debe ser reglamentado por medio de una norma especial, estricta y formal, que lo incorpore a todos los actos en donde el militar hace vida, ya que la práctica puede llevar a que la venia sea acompañada (espontáneamente) por una serie de movimientos poco prudentes, que pueden semejar a la danza que realizan los power rangers como paso previo a su transformación. Y lo digo con el mayor respeto posible, porque al no haber salida dentro de la disciplina para decir que no, deben por fuerza instrumentarse mecanismos para hacer menos humillante la práctica, recuerden que el mundo militar contiene postulados imposibles de entender y tolerar para el mundo civil, como aquel que establece que ¨ cualquiera que sea su grado acatará las órdenes de sus jefes. Si considera su deber presentar alguna objeción la formulará ante su inmediato superior, siempre que no perjudique a la misión encomendada, en cuyo caso la reservará hasta haberla cumplido¨ Las citas antes comentadas provienen de las Reales Ordenanzas de las Fuerzas Armadas Españolas, que fueron las referencias que encontré disponibles en un panfleto olvidado en casa de un amigo gallego, comunista y bebedor (como debe ser), y las traigo a colación con el animo que se cree una normativa que permita que el desvarío no se enquiste entre quienes están armados y también porque existe un aroma viciado en el aire que nubla la vista y que está en la búsqueda de justificar una rebelión militar en contra de quien, por capricho y quien sabe por que, intenta que el respeto del estamento militar ante el poder civil se quiebre a punta de imponer absurdos, que a simple vista y de afuerita, denigran a los sujetos de verde oliva.

Sunday, May 13, 2007


Las debo y con gusto:

Es bueno comenzar con una aclaratoria estúpida, que pretende realzar lo que pienso comentar. Por razones vinculadas a mi descalificación intelectual no estoy con ¨el proceso¨. En horas de la mañana del sábado 4 de mayo, sudando las cervezas del día anterior, me encontraba caminando por una parte rural, colindante con el lugar en donde vivo, cuando a la distancia observé, sin la menor curiosidad, a un grupo de personas que se aglomeraban alrededor de unos camiones que escupían, por medio de parlantes gigantes instalados en el techo, música venezolana del tipo llano adentro. Al llegar al tope de la loma decidí acercarme al jaleo en donde civiles y militares estaban en una faena con pinta populista. Lo primero que me vino a la mente fue que la jornada era una suerte de atención a personas sin recursos con la condición que se inscribieran en el partido socialista único, y con el ánimo de descubrir la maniobra, me adentré al submundo revolucionario con la intensión de descubrir la farsa. En el sitio se encontraban un par de camiones con el logotipo de ¨mercal¨, una ambulancia, un vehículo con ínfulas de clínica portátil, un vehiculo del ministerio de tierras, una patrulla de la policía del estado y un par de vehículos militares, aparentando entre ellos una coordinación ajena a las leyendas que sobre estos sucesos se han tejido en el imaginario popular opositor. A simple vista no se esbozaba nada extraño, no había juramentos socialistas cursis, tampoco el impulso de un censo para alienar mentes en desventaja, así como tampoco pude observar que se comieran a los niñitos y que se violaran a las mujeres. Lo que sí vi fue una jornada sorprendente, marcada por la conjunción de fuerzas sociales marginales, que formando un colectivo se atendían mutuamente de una manera más bien alegre. Guardando debida distancia con la actividad, me pare a un lado para satisfacer al lado maligno de mí ser, tratando de formar una crítica desmerecida que me diera elementos para transmitir en mis frecuentes crónicas vacías de inteligencia. Fue cuando se me acercó un señor trajeado de verde oliva, quien con mucha educación se presentó y se puso a la orden. Salvando la incomodidad inicial y luego de asegurar que la actitud nada tenía que ver con algo parecido a un acto represivo contra un ¨invasor¨, puedo relatar que el encuentro con el comandante (con aire sacerdotal) fue cuando menos impactante. La labor social llevada con paciencia, con conocimiento real de los problemas y con base a un apostolado que busca ¨acercar los extremos¨, mezclado con la rigidez de la formación militar bien enfocada y muy venezolana, me dejó simplemente conmovido, y con el deber de comentar que este tipo de iniciativas deben ser apoyadas por todos los sectores, si es que alguna vez queremos ser llamados sociedad. Sin la intención de alentar a las plañideras, que ven al golpe militar como panacea, el señor que dirigía la operación está conciente de las fallas estructurales en el gobierno, y muy especialmente en lo referente a la corrupción. Felicitaciones a las hormigas que alimentan esperanzas y que nos hacen olvidar por momentos que según los que saben de esto, estamos viviendo en días de Apocalipsis. Y al capitán de fragata que cortésmente me habló de la Venezuela que todos debemos querer, le hago saber, con la mayor deferencia, que se ha ganado el honor que le brinde un par de cervezas. Lastimosamente esta iniciativa se pierde por la bajeza de algunos militares que en cargos públicos, y para ganar puntos con el jefe, confunden la gimnasia con la magnesia y obligan a sus subalternos a inscribirse en el PUS.

Monday, May 07, 2007

Violencia aquí y ahora:

Con los ojos un poco más abiertos que de costumbre, me he dado a la tarea de observar las reacciones defensivas de las personas ante situaciones que en cualquier otra sociedad atrasada no llamarían a sospecha, como sería el caso de una pregunta sobre la hora, o de alguna dirección, la entrega de un volante publicitario o simplemente el caminar por espacios públicos. Sin entrar en detalles sobre reconocer o no la magnitud de la violencia que nos inunda, o sin pulsar susceptibilidades revolucionarias que únicamente admiten su presencia con el estúpido argumento de ser otra artimaña del imperio y sus lacayos locales, me pregunto ¿que reacción debe ser la correcta para enfrentar el ataque de delincuentes que no se satisfacen sino hasta que toman otra vida? Al buscar opiniones disímiles, de seres que han padecido al delito en carne propia, parece que no hay otra salida que enfrentar un asalto (que quizás no sea tal) con el clásico ¨quien pega primero pega dos veces¨. Lamentablemente todo alrededor hiede a peligro, a miedo sembrado gracias al uso indiscriminado de la palabra dentro de una realidad que no admite ignorar a la barbarie de algunos. La solidaridad con las víctimas desaparece, tanto al momento del hecho delictivo como al consumarse la humillación; en estos días en que un sicario se contrata por un centenar de miles no cabe el ánimo para acciones heroicas. Pero voy más allá, las víctimas o los ciudadanos comunes no reclaman sus derechos, no se agrupan con fortaleza para combatir al flagelo, la sociedad navega en el mar del desgobierno, que se ahoga al producir exclusivamente consignas para asegurar que el futuro será mejor. Lo peor del caso es que desvinculamos a la violencia con la realidad ¨del aquí y ahora¨ (Juan Pablo II se equivocó al definir al infierno como una situación y no como un lugar). Manejamos las cifras de muertes con frialdad estadística, mezclada con el calor de la pasión política que se vive, para lograr la tibieza de acciones colectivas sin articulación y sin análisis real del problema. En los barrios y en las urbanizaciones se conoce con certeza quienes son lo ¨azotes¨, quien trafica que, quien consigue permisos chimbos, cédulas, licencias de conducir o pasaportes y en la actualidad, el enfrentar a la violencia y al crimen con argumentos de paz ya no está funcionando, es por eso que, algunas veces, se calma a la muerte cuando se lincha alguna persona que impunemente tenía en vilo a un lugar determinado por mucho tiempo. Repito, no es cuestión de martirizar a las víctimas, de ofrecer respuestas mediáticas descalificando a grupos en supuesta minoría y tristemente para nosotros, nada ayuda que el sujeto que dirige las políticas de seguridad le arroje una sabana al televisor cuando se va a desvestir, para evitar que el imperio, vía satélite, se ría de sus vergüenzas. Es posible que la disminución de la criminalidad sea viable con la imposición de una ley seca permanente, con toques de queda, con redadas que ahora sirven para secuestrar o con el juramento a valores socialistas de nuevo cuño, quizás si aunque seguro que no. El esfuerzo debe ser integral y descentralizado, mientras mas local mejor (el poder nacional omnímodo no es mas que un mito que se vacía en panfletos gigantes) y se debe combatir el abuso con medidas preventivas, porque tal y como lo veo, debemos decirle al vecino que baje el volumen de la música y nos deje dormir que esperar perder el juicio y darle un tiro cuando sufrimos el escándalo todos los días. Si vamos a la parte roja de la población, lo primero que deben hacer los consejos comunales es organizarse y denunciar a los malandros (o expulsarlos cuando no se obtiene respuesta policial y judicial) porque si a ver vamos, son pocos, pero como destruyen.