Ciclos y Giros:
Una de las virtudes que el hombre usurpa (si Luis) de la deidad es creer que puede operar su voluntad para cerrar ciclos. Ciclos de vida hablo, pretender que se pueden tomar hechos del pasado (que nos afectaron), manipularlos y hasta retorcerlos para luego, cuando intuimos que ya tienen forma digerible, ponerle punto final a la memoria buscando tranquilidad, tranquilidad relativa por supuesto, porque inmediatamente se genera otro recuerdo que toma el lugar del anterior sin desplazarlo realmente, por tanto el cierre de un ciclo se convierte solo en un giro. Por otro lado, la psiquis humana debe funcionar en un medio controlado porque ya basta con saber que somos insignificantes, débiles y vulnerables ante hechos que por su naturaleza no podemos entender, y la respuesta ante la ignorancia (y el miedo) es simple, generar una verdad acomodaticia y simplona que nos permita dormir, es por eso que irremediablemente ante un recuerdo perturbador reaccionamos buscando pelea, retándolo a él y su dueño, pidiéndole explicaciones, sin quererlas realmente, hasta aniquilarlo para hacer del mismo lo que siempre hemos pensado de él, que fue una mierda, que no nos afectó y al hoyo con él. Pero, ¿Qué pasa cuando renunciamos al presente en actitud esquizoide donde todo pasado fue mejor cuando sabemos que no fue así? Pues simple, renunciamos a recibir el amor del ahora, las caricias de quienes nos rodean, bloqueamos la palabra y el aliento de quienes hacen esfuerzos para hacernos regresar al presente y aquí entre nos, tarea inutil, nada tiene valor porque en unos años, cuando la demencia senil nos atrape, viviremos en una nebulosa de recuerdos forjados, incapaces de recibir lo que nos ofrece la vida porque simplemente ya ella (Dios) no tiene nada que ver con nosotros. Mi defensa ante lo anterior es hacer que los recuerdos llenen un inmenso vaso de ternura, porque si los jurungo pasa lo que al viejito, me joden.
Antonio Bieliukas Diaz
Escritor.
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