El factor (J+1):
Recientemente recibí una comunicación que intentaré resumir con las fallas propias de quien pasó por el bachillerato sin ningún mérito. La misma habla sobre un desarrollo matemático, en donde un grupo de pensadores venezolanos creó un método irrefutable para entender lo que sucede por nuestros días, utilizando un factor denominado J+1. La aplicación del factor J+1 maneja el mismo principio del llamado último Teorema de Fermat, el cual mediante el método conocido como descenso infinito, permite aceptar que no se cumple la aplicación que admite sustituir a la variable J (en el caso del factor que nos ocupa) por un número entero mínimo, por tanto se demuestra que se obtiene un absurdo, en este caso, el que los números enteros no tienen un mínimo. La formula del factor no me fue velada ya que entre sus resultas se obtiene la manipulación del mensaje presidencial (tomando como base el absurdo antes mencionado) para lograr la inestabilidad que permite el mañana. Pero esto no es más que una travesura numérica que salió de control al difundirse por medio de una pregunta a la que nadie hace referencia, que fue escupida en la cara del presidente y que éste en un arranque que le es propio, habló sin profundizar sobre la ¨toma de la CANTV y de la EDC¨. La misma fue parte de un complot (utilizando sin moral el factor) para desfigurar el valor del dólar en el mercado internacional (referencia ADR). Para ubicar a los responsables, los organismos de seguridad del estado, con su andar vacilante, pueden verificar las transacciones para comprar dólares en el mercado paralelo el día antes de la barrabasada presidencial y con esto comprobar que se hicieron fortunas al concretar la operación de venta de los mismos dólares con un diferencial de mas de setecientos Bolívares por cada verde. Pero esto no tiene mayor importancia para los amigos calculistas, lo que si tiene sustento y que además debe servir como único aviso, es que la membresía del grupo ha sido forjada por quien nada tiene que ver con estos sujetos, para quienes la ciencia y la tecnología se aplica para mantener la paz social. El arrocero en este sarao no es otro que el Doctor Escarrá, quien se dice custodio de la piedra filosofal, y que en un arranque que no cuenta con el aval del Rey de Reyes ni con el auxilio del factor, se empeña en impulsar un cambio político territorial a través de una reforma constitucional, marcada por lisonjas vergonzosas y que probablemente nos llevará a la nada absoluta. Mis amigos me comentaron que si el fulano sigue con sus misterios, que lo haga con entera libertad pero con la salvedad que nada tiene que ver con quienes nos asombran con la puesta en escena del factor J+1, que para los mortales siempre estará vinculada a movimientos contenidos en frases musicales que nosotros con marcada ignorancia mal llamamos música clásica. Si quieren observar el milagro de su aplicación, pueden solicitar una copia del último discurso presidencial y podrán ver que su majestad cambia de postura cada siete minutos y treinta y un segundos, como siguiendo las directrices de la sinfonía en Re mayor número 31 de Mozart.
Recientemente recibí una comunicación que intentaré resumir con las fallas propias de quien pasó por el bachillerato sin ningún mérito. La misma habla sobre un desarrollo matemático, en donde un grupo de pensadores venezolanos creó un método irrefutable para entender lo que sucede por nuestros días, utilizando un factor denominado J+1. La aplicación del factor J+1 maneja el mismo principio del llamado último Teorema de Fermat, el cual mediante el método conocido como descenso infinito, permite aceptar que no se cumple la aplicación que admite sustituir a la variable J (en el caso del factor que nos ocupa) por un número entero mínimo, por tanto se demuestra que se obtiene un absurdo, en este caso, el que los números enteros no tienen un mínimo. La formula del factor no me fue velada ya que entre sus resultas se obtiene la manipulación del mensaje presidencial (tomando como base el absurdo antes mencionado) para lograr la inestabilidad que permite el mañana. Pero esto no es más que una travesura numérica que salió de control al difundirse por medio de una pregunta a la que nadie hace referencia, que fue escupida en la cara del presidente y que éste en un arranque que le es propio, habló sin profundizar sobre la ¨toma de la CANTV y de la EDC¨. La misma fue parte de un complot (utilizando sin moral el factor) para desfigurar el valor del dólar en el mercado internacional (referencia ADR). Para ubicar a los responsables, los organismos de seguridad del estado, con su andar vacilante, pueden verificar las transacciones para comprar dólares en el mercado paralelo el día antes de la barrabasada presidencial y con esto comprobar que se hicieron fortunas al concretar la operación de venta de los mismos dólares con un diferencial de mas de setecientos Bolívares por cada verde. Pero esto no tiene mayor importancia para los amigos calculistas, lo que si tiene sustento y que además debe servir como único aviso, es que la membresía del grupo ha sido forjada por quien nada tiene que ver con estos sujetos, para quienes la ciencia y la tecnología se aplica para mantener la paz social. El arrocero en este sarao no es otro que el Doctor Escarrá, quien se dice custodio de la piedra filosofal, y que en un arranque que no cuenta con el aval del Rey de Reyes ni con el auxilio del factor, se empeña en impulsar un cambio político territorial a través de una reforma constitucional, marcada por lisonjas vergonzosas y que probablemente nos llevará a la nada absoluta. Mis amigos me comentaron que si el fulano sigue con sus misterios, que lo haga con entera libertad pero con la salvedad que nada tiene que ver con quienes nos asombran con la puesta en escena del factor J+1, que para los mortales siempre estará vinculada a movimientos contenidos en frases musicales que nosotros con marcada ignorancia mal llamamos música clásica. Si quieren observar el milagro de su aplicación, pueden solicitar una copia del último discurso presidencial y podrán ver que su majestad cambia de postura cada siete minutos y treinta y un segundos, como siguiendo las directrices de la sinfonía en Re mayor número 31 de Mozart.
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