Sin temor a habilitar:
Uno de los cortometrajes más importantes para la historia que vivimos, fue producto de la invasión de las cámaras dentro del recinto sagrado en donde los sujetos de verde defienden la soberanía de la patria. En aquella oportunidad, el presidente en un intento de humanizar (hasta la humillación) a sus compañeros de armas, les impuso a los oficiales superiores la obligación de demostrar sus capacidades físicas en un proceso de evaluación que me obligó a reflexionar sobre los efectos de beber todos los días. A partir de allí y para superar con vergüenza a la vergüenza expuesta, la revolución nos ha brindado episodios en donde los artífices del proceso se desviven por salir ante las cámaras para cometer desmanes infinitos, que nos lleven a hablar por semanas de lo bien representados que estamos en esa rama de las artes visuales. Hasta que llegó el canal de Asamblea Nacional. En él fuimos testigos de la mejora en el vestir de los muchachos(as) de palacio, ligada de manera inversamente proporcional a su capacidad para hablar entre ellos (parlamentar). Particularmente me afectó la manera como el profesor Herrera violaba a la inteligencia con argumentos del tipo alfa centauro para ¨explicar¨ una labor que parecía lectura del trabajo de otros y fue allí cuando pude inferir que los sutanos(as) no realizaban su labor de crear y discutir leyes que permitieran con simpleza definir las normas de convivencia del hombre nuevo, lo que hacían (la cámara no miente) era el mandado. Pero lo hacían tan mal que la mayoría de las veces la señal se interrumpía para conectarse con algún acto en donde el presidente develaba una placa que le agradecía, en medio de alabanzas infinitas, el haber permitido que una parte del presupuesto llegara a la ferretería para comprar bombillos y así iluminar al ambiente ¿sin libros? de la sala de lectura del pre-escolar Simón Bolívar, Libertador, en vaya usted a saber donde. Por eso, que nuestros diputados(as), en un acto que los reivindica al reconocer su incapacidad deleguen el poder de legislar en la cabeza del ratón, no tiene porque alarmarnos, es mas, estoy seguro que lo harán hasta límites imposibles e indelegables para que incluso, por vía de decreto ley se modifique el color del cielo. Y ¿por que no debemos preocuparnos?, porque el texto de las leyes gozará de coherencia que el legislativo no puede ofrecer y que aspiro de una simplicidad tal que puedan ser discutidas (para eso sirven no para normar) por estos bares y con eso brindarnos la excusa de no beber sin motivo, que según la encíclica de Juan XXIII Pacem in terris, es la forma mas pura de pecar. Y hablando de aportes, propongo que se sustituya ¨el bidé egoísmo¨ que entonan nuestros legisladores por el vil egoísmo que otra vez triunfó.
Uno de los cortometrajes más importantes para la historia que vivimos, fue producto de la invasión de las cámaras dentro del recinto sagrado en donde los sujetos de verde defienden la soberanía de la patria. En aquella oportunidad, el presidente en un intento de humanizar (hasta la humillación) a sus compañeros de armas, les impuso a los oficiales superiores la obligación de demostrar sus capacidades físicas en un proceso de evaluación que me obligó a reflexionar sobre los efectos de beber todos los días. A partir de allí y para superar con vergüenza a la vergüenza expuesta, la revolución nos ha brindado episodios en donde los artífices del proceso se desviven por salir ante las cámaras para cometer desmanes infinitos, que nos lleven a hablar por semanas de lo bien representados que estamos en esa rama de las artes visuales. Hasta que llegó el canal de Asamblea Nacional. En él fuimos testigos de la mejora en el vestir de los muchachos(as) de palacio, ligada de manera inversamente proporcional a su capacidad para hablar entre ellos (parlamentar). Particularmente me afectó la manera como el profesor Herrera violaba a la inteligencia con argumentos del tipo alfa centauro para ¨explicar¨ una labor que parecía lectura del trabajo de otros y fue allí cuando pude inferir que los sutanos(as) no realizaban su labor de crear y discutir leyes que permitieran con simpleza definir las normas de convivencia del hombre nuevo, lo que hacían (la cámara no miente) era el mandado. Pero lo hacían tan mal que la mayoría de las veces la señal se interrumpía para conectarse con algún acto en donde el presidente develaba una placa que le agradecía, en medio de alabanzas infinitas, el haber permitido que una parte del presupuesto llegara a la ferretería para comprar bombillos y así iluminar al ambiente ¿sin libros? de la sala de lectura del pre-escolar Simón Bolívar, Libertador, en vaya usted a saber donde. Por eso, que nuestros diputados(as), en un acto que los reivindica al reconocer su incapacidad deleguen el poder de legislar en la cabeza del ratón, no tiene porque alarmarnos, es mas, estoy seguro que lo harán hasta límites imposibles e indelegables para que incluso, por vía de decreto ley se modifique el color del cielo. Y ¿por que no debemos preocuparnos?, porque el texto de las leyes gozará de coherencia que el legislativo no puede ofrecer y que aspiro de una simplicidad tal que puedan ser discutidas (para eso sirven no para normar) por estos bares y con eso brindarnos la excusa de no beber sin motivo, que según la encíclica de Juan XXIII Pacem in terris, es la forma mas pura de pecar. Y hablando de aportes, propongo que se sustituya ¨el bidé egoísmo¨ que entonan nuestros legisladores por el vil egoísmo que otra vez triunfó.
No comments:
Post a Comment