Para los amigos que no nos conocen, o que solo nos conocen como provincia de la madre patria, trataré, por medio de algunas entregas, de ponerle el cascabel al gato en cuanto a definirnos como país. Aunque es muy fácil comentar que ahora y desde hace algunos años nuestro nombre se convirtió a través de la magia constitucional en apellido, aquí en Venezuela está sucediendo algo, que si nos atenemos a la tesis de Darwin, podemos decir que el proceso es evolutivo. Si nos referimos al espacio territorial, las bellezas que nos rodean dejarían sin aliento a la industria turística del mundo, el problema somos nosotros. Con la vuelta por minutos de mis poderes legales, puedo comentar que en materia constitucional tenemos respuestas a los problemas que nos agobian y salidas claras en ese librito, si tuviésemos la voluntad de romper el cerco mediático que nos ha impuesto el miedo a la revolución por un lado y la loca carrera armamentista, cara como ella sola, que pretende aprovisionar defensivamente a la población, para hacer inefectiva una virtual invasión del monstruo del norte, que solo existe en la mente de Bush y de Hugo (Fidel por serio no se atreve a proclamar la amenaza). Vivimos una sustitución de valores democráticos, no liberales, que nunca viola la norma, pero que ha permitido el control de los poderes públicos por una serie de sujetos que han sembrado el descontrol y el despelote como elemento principal de su gestión, que si bien es cierto un alto porcentaje vive de sacarle el jugo al manejo de la chequera de todos, las perdidas patrimoniales de la Republica se presentan por el desconocimiento de la carrera administrativa, definiendo esta, como el manejo de fondos públicos. El merito fue sustituido por la lealtad, en ambos bandos, y el objetivo principal que buscan las partes en conflicto es la destrucción material del supuesto enemigo para con esto lograr el bienestar de todos, absurdo y contradictorio pero real. Tiempos difíciles no son, las cifras que arrojan los entes que se encargan de monitorear la liquidez y el consumo así lo demuestran, ya que en materia de gustos, la única diferencia entre un revolucionario patriota y un escuálido golpista es la porción de hielo que se sirven en el vaso cuando a escanciar botellas de escoses mayor de edad se trata. El origen del problema somos nosotros y nuestras miserias y como la pretensión a futuro es desgranarlas para con terapia sanar las heridas que ha dejado la ignorancia en nuestra historia republicana, trataré de guiar el viaje, sin saber conducir esta goleta, para que a punta de reflexionar podamos quitarnos de encima a los salvadores de la patria buena, que por falta de ideología o ideas nos están llevando al abismo con la única arma que son capaces de esgrimir, el miedo.
No comments:
Post a Comment