Descarte y fuera:
El problema se presenta cuando creemos haber identificado al enemigo que hace días cubría su anonimato por medio de interpuesta persona con acento paisa. La pregunta que cabe en este enredo es ¿Qué tal si nos equivocamos?, si otorgamos la responsabilidad de un acto cobarde a quien por razones de estrategia nos ha desplazado para consolidar el control de un grupo que por razones de criterio debe desaparecer. Que tal si acortamos camino y la trocha nos lleva a pensar en la venganza como método de rendición inmediato, sin dar la pelea, sin descubrir el por que del alejamiento que padecemos y que pretendemos justificar al mirar sobre el hombro y encontrarnos con la imagen del progreso a nuestra costa. Peor aún, si aprovechando contingencias, realizamos un ejercicio que al llevarnos al pasado reciente nos ubica en la incomoda posición de haber trabajado pa´ lapa y que al descubrir que a nuestro alrededor el triangulo de poder crece solo en los lados que al unirse se hacen punta, dejando de lado a la base a la que pertenecemos, y este crecimiento irregular nos aleja de los beneficios de un supuesto trabajo colectivo. Si al despertar de esta conspiración tenemos la sensación de no haber sido bien retribuidos y que el impulso hasta mejores horizontes era una ilusión que se alimentaba exclusivamente cuando todos éramos pobres. En fin, parece muy sencilla la solución, que confirma sospechas de quienes por efectos de deslastre ya no nos acompañan (y me incluyo en la rareza de la afirmación) y que sufrieron la distancia en proyectos que hace nada eran comunes y que ahora al intentar subir de triple a hasta grandes ligas nos vemos en la incomoda postura, razonable en el mundo comercial, de convertir el plural en singular para que la meta sea disfrutada individualmente. Lo extraño es que quienes palmeaban nuestra espalda, en este momento incomodo, puedan ser corresponsables de tan disparada petición, que busca sacarnos de donde ya no estamos, que intenta impedir que reivindiquemos lo que no nos pertenece, que solicitemos la protección de derechos ajenos, y que en definitiva evitemos preguntar por nuestro bisabuelo, al que nunca hemos prestado atención por efecto de recuerdos que no existen. Raro, si, sospechoso, quizás, el punto es que la amenaza ausente de hombría a despertado a la curiosidad y ahora hasta tengo ganas de profundizar para intentar llegar a los culpables y lo pienso hacer para descartar en este complot a la primera persona del verbo, en otras palabras para descartarme a mi. Salud señores y cuídense que ahora les toca a los tupamaros.
El problema se presenta cuando creemos haber identificado al enemigo que hace días cubría su anonimato por medio de interpuesta persona con acento paisa. La pregunta que cabe en este enredo es ¿Qué tal si nos equivocamos?, si otorgamos la responsabilidad de un acto cobarde a quien por razones de estrategia nos ha desplazado para consolidar el control de un grupo que por razones de criterio debe desaparecer. Que tal si acortamos camino y la trocha nos lleva a pensar en la venganza como método de rendición inmediato, sin dar la pelea, sin descubrir el por que del alejamiento que padecemos y que pretendemos justificar al mirar sobre el hombro y encontrarnos con la imagen del progreso a nuestra costa. Peor aún, si aprovechando contingencias, realizamos un ejercicio que al llevarnos al pasado reciente nos ubica en la incomoda posición de haber trabajado pa´ lapa y que al descubrir que a nuestro alrededor el triangulo de poder crece solo en los lados que al unirse se hacen punta, dejando de lado a la base a la que pertenecemos, y este crecimiento irregular nos aleja de los beneficios de un supuesto trabajo colectivo. Si al despertar de esta conspiración tenemos la sensación de no haber sido bien retribuidos y que el impulso hasta mejores horizontes era una ilusión que se alimentaba exclusivamente cuando todos éramos pobres. En fin, parece muy sencilla la solución, que confirma sospechas de quienes por efectos de deslastre ya no nos acompañan (y me incluyo en la rareza de la afirmación) y que sufrieron la distancia en proyectos que hace nada eran comunes y que ahora al intentar subir de triple a hasta grandes ligas nos vemos en la incomoda postura, razonable en el mundo comercial, de convertir el plural en singular para que la meta sea disfrutada individualmente. Lo extraño es que quienes palmeaban nuestra espalda, en este momento incomodo, puedan ser corresponsables de tan disparada petición, que busca sacarnos de donde ya no estamos, que intenta impedir que reivindiquemos lo que no nos pertenece, que solicitemos la protección de derechos ajenos, y que en definitiva evitemos preguntar por nuestro bisabuelo, al que nunca hemos prestado atención por efecto de recuerdos que no existen. Raro, si, sospechoso, quizás, el punto es que la amenaza ausente de hombría a despertado a la curiosidad y ahora hasta tengo ganas de profundizar para intentar llegar a los culpables y lo pienso hacer para descartar en este complot a la primera persona del verbo, en otras palabras para descartarme a mi. Salud señores y cuídense que ahora les toca a los tupamaros.
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