La cordura como condimento:
La cordura es tan ajena a nuestro transitar como nación que cuando se presenta, así sea por instantes y aderezada con aliños que al comerla probablemente nos caiga pesada, debemos aplaudirla. El acuerdo que nos impone un candidato único de oposición, asado al calor de las brasas de los cocineros de siempre, que se atribuyeron la representación de quienes adversan al régimen, tiene una falla de origen que puede ser superada si en los meses que quedan, antes de la cita de diciembre, podemos conocer los ingredientes de la receta que en teoría dará de comer a todos los venezolanos. Particularmente pienso que otro conejo en el horno permite comparar la sazón que se ofrece en al menos dos opciones, aunque el plato que se tiene como nuevo esté cocinado a temperaturas altísimas, que producen el resultado con gran rapidez, pero que tal y como en las preparaciones novísimas al hidrogeno, puede lograr partidarios en esta extraña forma de consumir alimentos cuyos ingredientes han sido maltratados en nombre de la evolución. Lo que hay que evitar es el guiso y la promoción del restaurante con argumentos fraudulentos, que persigan atraer comensales a una mesa que tiene el mismo mantel blanco de hace unos años. Ya la oferta inicial infiere que la carta es de imposible cumplimiento. Lo del guiso merece ampliar la reflexión, porque en un pueblo donde todos aspiramos a comer sin trabajar, el gusto por este tipo particular de cocedura ya traspasó el ámbito culinario y se ubicó en una forma de vida, permitida y aplaudida por los vivos que aún creen que la pobreza es una enfermedad, que por ser contagiosa basta excluir a quienes la padecen para evitar el contagio, cuando la verdad es que por estos bares ya es una epidemia. Al hablar que debemos evitar el guiso en genérico podemos concluir, utilizando el lenguaje popular, que lo que debemos combatir es las ganas que tienen los fulanos pactantes de estropearnos, que gracias a la pasividad de la mayoría realizaron el conclave que eligió a nuestro supuesto salvador (se mantiene la tesis del Mesías). Yo aplaudo el acuerdo, aunque discrepo en sus formas, porque lo que ofrece es la oportunidad de un enfrentamiento en paz, en donde espero fluyan las ideas, y en donde los ciudadanos, reducidos a electores, elijan al caballo menos malo en un país en donde la silla y la carrera las lleva el jinete. Como dicen por ahí, los conejos persiguiendo a lo zorros, pero ahora parar mitigar el hambre.
La cordura es tan ajena a nuestro transitar como nación que cuando se presenta, así sea por instantes y aderezada con aliños que al comerla probablemente nos caiga pesada, debemos aplaudirla. El acuerdo que nos impone un candidato único de oposición, asado al calor de las brasas de los cocineros de siempre, que se atribuyeron la representación de quienes adversan al régimen, tiene una falla de origen que puede ser superada si en los meses que quedan, antes de la cita de diciembre, podemos conocer los ingredientes de la receta que en teoría dará de comer a todos los venezolanos. Particularmente pienso que otro conejo en el horno permite comparar la sazón que se ofrece en al menos dos opciones, aunque el plato que se tiene como nuevo esté cocinado a temperaturas altísimas, que producen el resultado con gran rapidez, pero que tal y como en las preparaciones novísimas al hidrogeno, puede lograr partidarios en esta extraña forma de consumir alimentos cuyos ingredientes han sido maltratados en nombre de la evolución. Lo que hay que evitar es el guiso y la promoción del restaurante con argumentos fraudulentos, que persigan atraer comensales a una mesa que tiene el mismo mantel blanco de hace unos años. Ya la oferta inicial infiere que la carta es de imposible cumplimiento. Lo del guiso merece ampliar la reflexión, porque en un pueblo donde todos aspiramos a comer sin trabajar, el gusto por este tipo particular de cocedura ya traspasó el ámbito culinario y se ubicó en una forma de vida, permitida y aplaudida por los vivos que aún creen que la pobreza es una enfermedad, que por ser contagiosa basta excluir a quienes la padecen para evitar el contagio, cuando la verdad es que por estos bares ya es una epidemia. Al hablar que debemos evitar el guiso en genérico podemos concluir, utilizando el lenguaje popular, que lo que debemos combatir es las ganas que tienen los fulanos pactantes de estropearnos, que gracias a la pasividad de la mayoría realizaron el conclave que eligió a nuestro supuesto salvador (se mantiene la tesis del Mesías). Yo aplaudo el acuerdo, aunque discrepo en sus formas, porque lo que ofrece es la oportunidad de un enfrentamiento en paz, en donde espero fluyan las ideas, y en donde los ciudadanos, reducidos a electores, elijan al caballo menos malo en un país en donde la silla y la carrera las lleva el jinete. Como dicen por ahí, los conejos persiguiendo a lo zorros, pero ahora parar mitigar el hambre.
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