Unas son de cal y otras son de fútbol:
El candidato era un loquito que caminaba por la acera del frente al edificio en donde viví hace como ciento cuarenta años y que cada día, a eso de las 2 de la tarde, salía de un callejón aledaño a los antiguos depósitos del Cada olisqueando el aire en busca de los sujetos que diariamente gritaban ¨abajo Las Palmas¨. El hombre contestaba con una mentada de madre colectiva y luego de amenazar con movimientos exagerados de sus brazos seguía su camino quien sabe a donde. Resulta que era simplemente un fanático del fútbol, específicamente de un equipo español de segunda división, que como es fácil de inferir tenía su sede en Las Palmas. Con el tiempo me interesó el deporte, sobre todo porque los familiares de amigos cercanos me invitaban a beber cuando el Madrid o el Barcelona jugaban entre semana. Sin lugar a dudas el fútbol es un deporte para ser visto, que cuando se juega con destreza ofrece al espectador algunos minutos de abstracción que se parecen mucho a síntomas esquizoides (nos alejan de la realidad). Para el fanático de tal o cual equipo, las incidencias de un juego en donde al que se favorece no lo está haciendo bien, producen alteraciones nerviosas, gritos sin razón, irascibilidad y sobre todo una desconexión con el sentido común que permite establecer que en el equipo de sus sueños los integrantes no sean culpables de jugar mal, mas bien son victimas de agentes externos que intentan su destrucción. El árbitro es el favorito para culparlo del mal desempeño del equipo perdedor y si observamos con detalle y desde una óptica objetiva, los errores arbítrales (cuando son tales) generalmente favorecen a equipos mas fuertes y que juegan mejor, por tanto el juicio bien aplicado poco tiene que hacer para que un equipo malo gane. Antaño veíamos los toros desde la barrera en esta materia, hasta que por estos bares nos dio por jugar al fútbol bien. En un país que hace unos años tenía la mas alta incidencia de fanáticos del equipo brasileño per capita, la aparición de algo que siempre había estado allí y que se conoce como vinotinto representó la esperanza transformada en un símbolo en donde entre otras idioteces se comenta que ¨ahora si podemos¨ Particularmente pienso que los muchachos que se ponen la franela nacional han logrado escalar posiciones FIFA porque finalmente el trabajo ordenado, metódico, bien dirigido y con atenciones personales dio sus frutos, aunque, considerarlos de primer nivel luce exagerado, al menos podemos comentar que ya no somos la cenicienta del continente. Si bien es cierto que nos falta mucho para ser competitivos con selecciones de primer nivel, el camino que dibuja la vinotinto es al menos simpático si evitamos caer en la crisis colectiva que se desata cuando perdemos. Debemos seguir apoyando al equipo y olvidarnos del facilismo que ofrece el comentar que somos buenos y ganamos juegos cuando no competimos en torneos que aseguran cupos para el evento más importante de la tierra, que detiene los relojes cada 4 años. Yo por mi parte deseo, lleno de luces de día, que comiencen las eliminatorias del Mundial de Fútbol para así poder aupar a mi equipo de nuevo y por efecto quitarme la molestia que, como al loquito del inicio, sentí cuando perdimos con Uruguay, en un partido que esta vez no pareció arreglado, como el de la víspera. Por cierto, el grito –libertad- se oye por sobre todas las cosas, amen.
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