Mi amigo Comunista:
Después de unos cuantos años de conocernos, descubrí que mi querido amigo, a quien para proteger su inocencia ausente llamaremos Joaquín, era en esencia lo que por esta tierra llamamos un comunista. A parte de sus malas juntas, dentro de las que me excluyo por razones de nivel económico, en donde sus mejores amigos le doblan la edad, nuestro ejemplar se luce en las artes bellas con una frecuencia e infinitud que lo llevan irremediablemente a ser considerado pecador, artes etílicas por supuesto. Pues bien, al final de un juego de fútbol, mas bien aburrido, pero llevado al paroxismo por razones de fanatismo, mi querido personaje, a quien nunca tuve la oportunidad de conocer, se confesó partidario de la libre empresa, admirador hasta el limite de las libertades individuales y acreedor de la ventaja que da la impunidad en cuanto a travesuras comerciales se trata. Es mas, puedo referir, en el espacio de tiempo claro que deja la memoria embotada de grados malsanos, que el sujeto que impulsa estas líneas, tiene la extraña particularidad de creer que todos somos iguales a los ojos de dios, que no merecemos ser excluidos por razones inexplicables, mas aún si la explicación esta destinada a dibujar idioteces que se basan en color, sabor de la piel y puntos cardinales, que en política solo tienen dos destinos, la izquierda maldita y la derecha desgraciada. Al exponer sus posturas, mi amigo hasta hoy (porque por mi pequeñez no lo merezco) se dedicó a profesar la importancia del amor, del compartir, como dijo la leyenda del vino y de imaginar dentro de su limitación, un mundo sin fronteras, sin mas espacio para invadir que el que realmente necesitamos. Lamentablemente sus compañeros de bar no se portaron a la altura de su intelecto, y me incluyo, es mas, puedo decir que la respuesta que obtuvo de nosotros llama a la distancia, claro nada que no pueda recorrer un par de copas de vino, y si a partir de ahora mi ex amigo comunista decide partir el tiempo, irremediablemente lo acompañare para que nuestro error se convierta en ejemplo de tolerancia para quienes creen que la diferencia está en una boina, seres que le temen al comunismo tropical pensando que se trata del socialismo del siglo XXI, o peor aún, como si se tratara de la ausencia absoluta del pensar o de la nada como nos da por comentar por estos bares. Así que, estimado amigo, me despido con la convicción que tu eres mejor que yo, pero que políticamente hablando, no entiendo como eres comunista y estar en contra de Fidel y de Hugo.
Después de unos cuantos años de conocernos, descubrí que mi querido amigo, a quien para proteger su inocencia ausente llamaremos Joaquín, era en esencia lo que por esta tierra llamamos un comunista. A parte de sus malas juntas, dentro de las que me excluyo por razones de nivel económico, en donde sus mejores amigos le doblan la edad, nuestro ejemplar se luce en las artes bellas con una frecuencia e infinitud que lo llevan irremediablemente a ser considerado pecador, artes etílicas por supuesto. Pues bien, al final de un juego de fútbol, mas bien aburrido, pero llevado al paroxismo por razones de fanatismo, mi querido personaje, a quien nunca tuve la oportunidad de conocer, se confesó partidario de la libre empresa, admirador hasta el limite de las libertades individuales y acreedor de la ventaja que da la impunidad en cuanto a travesuras comerciales se trata. Es mas, puedo referir, en el espacio de tiempo claro que deja la memoria embotada de grados malsanos, que el sujeto que impulsa estas líneas, tiene la extraña particularidad de creer que todos somos iguales a los ojos de dios, que no merecemos ser excluidos por razones inexplicables, mas aún si la explicación esta destinada a dibujar idioteces que se basan en color, sabor de la piel y puntos cardinales, que en política solo tienen dos destinos, la izquierda maldita y la derecha desgraciada. Al exponer sus posturas, mi amigo hasta hoy (porque por mi pequeñez no lo merezco) se dedicó a profesar la importancia del amor, del compartir, como dijo la leyenda del vino y de imaginar dentro de su limitación, un mundo sin fronteras, sin mas espacio para invadir que el que realmente necesitamos. Lamentablemente sus compañeros de bar no se portaron a la altura de su intelecto, y me incluyo, es mas, puedo decir que la respuesta que obtuvo de nosotros llama a la distancia, claro nada que no pueda recorrer un par de copas de vino, y si a partir de ahora mi ex amigo comunista decide partir el tiempo, irremediablemente lo acompañare para que nuestro error se convierta en ejemplo de tolerancia para quienes creen que la diferencia está en una boina, seres que le temen al comunismo tropical pensando que se trata del socialismo del siglo XXI, o peor aún, como si se tratara de la ausencia absoluta del pensar o de la nada como nos da por comentar por estos bares. Así que, estimado amigo, me despido con la convicción que tu eres mejor que yo, pero que políticamente hablando, no entiendo como eres comunista y estar en contra de Fidel y de Hugo.
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