Que no es el último angel:
Diez años atrás, en un día cualquiera, decidí escribir una serie de historias personalísimas, que para intranquilidad de mis conocidos, giraban en torno a hechos sin importancia y en apariencia intrascendentes, pero cuya particularidad se basó en que de alguna forma, imaginaria o no, pasaban a mi alrededor. En otras palabras, yo era testigo de primera fila en esa filmación que algunos les da por llamar vida y así lo hice saber por medio de teclear una computadora que compré de segunda mano como si fuese de primera. Esa serie de historias, para darles abolengo que a luces vista no tenían, fueron condensadas de manera fabulada en algo que se me antojo a novela y de allí fue donde surgió El Ultimo Ángel. El hambre que pasaba en el ayer mencionado, era mitigado por invitaciones de mis amigos, quien junto a mí formamos el primer grupo de bebedores activos y en los ratos libres, cuya infinitud se hacía pecado con los días, me dedicaba a escribir mi novela y ha ser convidado de piedra en una producción discográfica que mi querida mujer parió a sangre y fuego. Por tanto, el último ángel fue un esfuerzo para suspender mis responsabilidades con la libre empresa y con el producir el dinero que me permitiera atender un matrimonio con paciencia irreal. Ahora bien, hoy después de diez años y algunos días, me atrevo a presentar bajo el mismo titulo a una alternativa para el pensamiento libre desde la patria de Bolívar, con toda la incoherencia propia de quien vive en un país mal interpretado por sus habitantes y en donde de paso estamos a la espera de entender un discurso que no cesa y que nos inunda día a día con ideas de grandeza, que les puedo decir que nunca se concretaran por nuestra reconocida incapacidad. Para intentar explicar sin detalle el título de esta primera entrega, el último ángel no es rincón para dibujar posturas intelectuales de alto vuelo, tampoco es un apéndice gubernamental ni de lo que por aqui nos da por mentar como ¨la oposición¨, tampoco es un vehículo para proyectar posturas extremas en temas religiosos, políticos o económicos y espero tampoco que no sea el resultado de vender mi alma para obtener algunas monedas, para con ellas atender necesidades que ya por la edad puedo descartar por su insignificancia en mi transitar por este mundo de dios (en minúscula). Pero quien sabe, es posible que con el pasar pase algo que me lleve a presentar comentarios que puedan resultar ofensivos para quienes se toman la vida con seriedad, cuando la realidad es que lo escrito no existe por ser el producto de un personaje que late en un universo silente y que por su dimensión representa la nada en su estado absoluto.
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