Reporte de viernes en la noche:
Supongo que ante la petición del señor Roger, no me queda otro remedio que reportar, con las debilidades propias de la falta de practica, lo que hasta hace breve tiempo ha sucedido en los linderos del lugar en donde padezco mis miserias, entendiendo que el reporte viene concentrado en lo que se ha dado por llamar el proceso electoral (o la batalla final). Para empezar puedo comentar que el plan república se observa más débil que ante el evento conocido como el fin del mundo (o referéndum revocatorio). Al parecer y producto de la insistencia de personas ajenas a la comunidad, los testigos de mesa fueron exportados desde confines visibles solo para la mano que cuenta con transporte vehicular. Lamentablemente para quienes me preguntaron sobre la ubicación del ¨centro¨ les respondí que ¨por allá, mas abajo¨, sin ánimos de burla, pero si de revancha porque se supone que quienes vigilarán el proceso deben contar con la cualidad de ser vecinos. En la noche de ayer se vieron algunos cohetes y a unos sujetos que combatieron las luces del cielo con unos cánticos sin estrofas y que afirmaban la presencia de la primera y última vocal (acompañada de la H) en un grito que no salía de esos limites. Por disposiciones legales no me es permitido expresar tendencias sobre quien a mi juicio debería ganar, pero utilizando las bondades de la invisibilidad literaria, puedo expresar la certeza que no será mi hermano el del medio (único hijo de afecto de mi padre). Ahora bien, he escuchado sin pararle ni media bola, que lo que se vivirá el 3 de diciembre puede ser equiparado con la desaparición de los dinosaurios, pero como yo voy a hacer hallacas (con ingredientes que no compré en Mercal por razones discriminatorias), espero que no se extinga el licor de la alacena que cobija los efectos de mis abuelas queridas, que con sabiduría me dejaron al partir a destinos mejores. Siguiendo con la honda reporteril, les cuento que por aquí el pernil ha sido desmembrado para convertirlo en ¿pulpa? y con eso multiplicar su precio por cinco, pero como algunos relacionados padecen los efectos de la sobre-liquidez, lo compraron con gusto. Para el día de mañana tengo planteada la tarea de ubicar al resto de los ingredientes para confeccionar las hallacas, que año a año trastornar mis sentidos, pero eso si, entre trago y trago me propongo estar vigilante ante hechos extraños, que amenacen con acabar mi vida, sobre todo en los alrededores de las maquinitas, que con su titilar auguran el mismo temor que escupía el robot de perdidos en el espacio. Salud señores y buen sábado.
Supongo que ante la petición del señor Roger, no me queda otro remedio que reportar, con las debilidades propias de la falta de practica, lo que hasta hace breve tiempo ha sucedido en los linderos del lugar en donde padezco mis miserias, entendiendo que el reporte viene concentrado en lo que se ha dado por llamar el proceso electoral (o la batalla final). Para empezar puedo comentar que el plan república se observa más débil que ante el evento conocido como el fin del mundo (o referéndum revocatorio). Al parecer y producto de la insistencia de personas ajenas a la comunidad, los testigos de mesa fueron exportados desde confines visibles solo para la mano que cuenta con transporte vehicular. Lamentablemente para quienes me preguntaron sobre la ubicación del ¨centro¨ les respondí que ¨por allá, mas abajo¨, sin ánimos de burla, pero si de revancha porque se supone que quienes vigilarán el proceso deben contar con la cualidad de ser vecinos. En la noche de ayer se vieron algunos cohetes y a unos sujetos que combatieron las luces del cielo con unos cánticos sin estrofas y que afirmaban la presencia de la primera y última vocal (acompañada de la H) en un grito que no salía de esos limites. Por disposiciones legales no me es permitido expresar tendencias sobre quien a mi juicio debería ganar, pero utilizando las bondades de la invisibilidad literaria, puedo expresar la certeza que no será mi hermano el del medio (único hijo de afecto de mi padre). Ahora bien, he escuchado sin pararle ni media bola, que lo que se vivirá el 3 de diciembre puede ser equiparado con la desaparición de los dinosaurios, pero como yo voy a hacer hallacas (con ingredientes que no compré en Mercal por razones discriminatorias), espero que no se extinga el licor de la alacena que cobija los efectos de mis abuelas queridas, que con sabiduría me dejaron al partir a destinos mejores. Siguiendo con la honda reporteril, les cuento que por aquí el pernil ha sido desmembrado para convertirlo en ¿pulpa? y con eso multiplicar su precio por cinco, pero como algunos relacionados padecen los efectos de la sobre-liquidez, lo compraron con gusto. Para el día de mañana tengo planteada la tarea de ubicar al resto de los ingredientes para confeccionar las hallacas, que año a año trastornar mis sentidos, pero eso si, entre trago y trago me propongo estar vigilante ante hechos extraños, que amenacen con acabar mi vida, sobre todo en los alrededores de las maquinitas, que con su titilar auguran el mismo temor que escupía el robot de perdidos en el espacio. Salud señores y buen sábado.
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