Celibato y otros tormentos dogmáticos:
Sin duda que el requisito para ganar espacio dentro de la Compañía de Jesús es la inteligencia. Mis roces con algunos de sus miembros y la lectura infrecuente de algunas de sus publicaciones, me han llevado a lograr una visión amigable, ausente de dogma y de rayos y centellas propias de quienes se dedican a promover la buena nueva del ¿temor? a Dios. En una entrevista publicada recientemente, uno de esos santos hombres ofreció una hermosa maroma para intentar justificar el voto de castidad, que tantos problemas ha traído a la iglesia y a sus sacerdotes, sobre todo porque al ir contra natura han cobijado en su seno, sin ánimos de generalizar conductas, a verdaderos depredadores sexuales. El jesuita comentó que es virtualmente imposible que el celibato lleve de forma inmediata a prescindir de la experiencia contraria, es decir, del deseo de tener compañera y formar familia, pero, al entregar parte importante de la vida en favor de Dios y de la gente (en ese orden) el sacrificio obtiene por vía de retruque algún sentido. Por supuesto, la entrevista ofrece mucha mas sustancia que el encierro a donde la reduje, pero, lo importante es que tanto los sujetos que se dedican a robar esperanzas y dinero por medio de cargos públicos, como los hombres que ejercen posiciones de importancia en la sociedad, tienen la extraña pasión de pensar que lo que hacen representa un sacrificio y que lo realizan en nombre de todos nosotros. Esa manía de someter al cuerpo a tormentos dogmáticos, trae como consecuencia principal que el que padece por nosotros se imagina que por justicia debe recibir una contraprestación, la mas de las veces en especies. Para los hombres de Dios, el sacrificio corporal tiene su válvula de escape en sermones que nadie entiende pero que piden a su vez sacrificios en nombre de la iglesia y del bolsillo, a sabiendas que al alejarse de instintos (naturales y necesarios) automáticamente se alejan de Dios y de los hombres. Es irreal hablar de descendientes si no se tienen, de tentaciones si. Va contra toda lógica atacar los problemas que generan la tentación de la carne (enfermedades, embarazo precoz etc.) si se ha sufrido castración y se propone como única alternativa a la abstinencia, y, últimamente, cuando la Iglesia se ha empeñado en torcer su participación política disfrazándola de obligación pastoral, tampoco se puede hablar de nuestra realidad cuando la misma le es ajena por efectos de neutralidad evangélica. En el bando terrenal, tenemos una representación de sacrificados cuya incidencia en el día a día se ha multiplicado a la n potencia, por la extraña idea del magnicidio a ser ejecutado por las fuerzas que se cobijan en la oscuridad (morir por nosotros, aunque el Comandante quiere y no quiere). Pienso que es necesario acabar con la insensatez de inmolarnos (cosa que no es verdad) por los demás, cuando lo mas equilibrado es que caminemos juntos y tropezando (como debe ser) sin necesidad de complicarnos la vida imponiéndonos limitaciones en nombre de la sociedad. En este sentido la inteligencia de los señores de la compañía de Jesús quedó manifestada hace muchos años, cuando sutilmente se dibujó un escape (que puede ser de mi propia inspiración). Sin ánimo de convertir un cuento en herejía, uno de sus representantes mas importantes, ante la pregunta que como manejaba el celibato contestó – Yo no me caso-. Con esa respuesta permitió que una oveja descarriada se acercara al rebaño, al menos para escuchar la parte del terrenal del mensaje.
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