¿Cambiar de modelo para avanzar? Si.
Por más que le doy vueltas a la cabeza no entiendo ¿por que se debe cambiar el modelo de producción para obtener una justa distribución de la riqueza? Sobre todo porque en este país el tamaño de la economía lo define el rédito que produce el vender petróleo y algunos derivados en el exterior y el efecto que produce al comenzar la centrífuga del ingreso del dinero, las importaciones descomunales y la eficiencia en el cobro de impuestos. Por eso, cambiar el modelo económico que impulsa en exclusiva el gobierno, que a su vez percibe de manera directa o indirecta toda la masa monetaria que gira por estos bares, no parece ser sino parte de una perorata revolucionaria que busca sembrar, aparte del culto a la personalidad, la certeza que debemos agradecer lo que dios y el proyecto bolivariano nos da. Lo que parece es lo que siempre se supo, que los ingresos que percibimos y que son superiores a cualquier país de la región, no alcanzan para considerarnos solventes y que el único rico es el estado y no el país y mucho menos la nación. Por eso el intento gubernamental de socializar a la pasividad fracasa al imponer con palabras altisonantes la idea de conformarnos con ser seres superiores (bolivarianos) sin ninguna necesidad de ir mas allá de saber leer y escribir, de cantar el himno aún vigente y de cultivar en la niñez desprotegida la certeza que el futuro será mejor aunque inalcanzable. Pero si revisamos sin pasiones algunas resultas del gobierno, quien avanza sin consenso, podemos observar una mejoría real en la calidad de vida de todos, incluso de quienes atemorizados por la supuesta cubanización de la sociedad obtienen beneficios en vivienda, en salud o en pensiones del seguro social que antes eran materialmente imposibles. Y es que parece que en el gobierno conviven dos o más alas que no se ponen de acuerdo para volar, que no coordinan el movimiento para producir el despegue pero, que avanzan al forzar la estructura que no cuenta con la otra y que produce elevaciones con caídas estrepitosas. Y voy a evitar el tema del aprovechamiento de fondos públicos, porque aquí todos esperamos que se nos de o que se nos ponga donde hay para obtener lo que supuestamente nos corresponde, lo que hablo es de la ineficiencia del ala doctrinaria, que impone el miedo, que nunca llega a nada al cambiar el norte cada domingo, que se encarga de reclutar a la parte cívica en los desfiles, que hoy habla de círculos, mañana de cooperativas y pasado de unidades de producción social formadas por miembros de círculos, de cooperativas, de lanceros, de consejos comunales, del partido de gobierno, que si ha ver vamos son los mismos gatos pero con quince carnets cada uno; y la otra ala, la eficiente, que entiende el proyecto socialista (tipo Brasil o Chile) como el método para imponer por la paz el modelo que en el mundo reivindica al ser humano pero, que como no tienen otra opción, se portan como gerentes de alta calificación, acompañados de expertos muy bien remunerados que consiguen con su caminar que los recursos de todos sean colectados para que se pierdan en la tiranía del desorden que busca igualarnos. Por eso, aparte de la pregunta que corona esta incoherencia y que no puedo responder en profundidad, debemos comenzar a definir con claridad que parte se puede salvar del proceso que vivimos, que conquistas debemos reivindicar a futuro pero ahora, porque sin duda esos avances merecen la pena de sufrir la solidaridad y el concurso de quienes se oponen a la revolución, para que de la mano de los sujetos que han impuesto los cambios, comencemos a resolver los problemas de salud, vivienda, seguridad y principalmente en educación para domar la incertidumbre del futuro con un presente que sea de todos. Entonces, la respuesta es porque si.
Por más que le doy vueltas a la cabeza no entiendo ¿por que se debe cambiar el modelo de producción para obtener una justa distribución de la riqueza? Sobre todo porque en este país el tamaño de la economía lo define el rédito que produce el vender petróleo y algunos derivados en el exterior y el efecto que produce al comenzar la centrífuga del ingreso del dinero, las importaciones descomunales y la eficiencia en el cobro de impuestos. Por eso, cambiar el modelo económico que impulsa en exclusiva el gobierno, que a su vez percibe de manera directa o indirecta toda la masa monetaria que gira por estos bares, no parece ser sino parte de una perorata revolucionaria que busca sembrar, aparte del culto a la personalidad, la certeza que debemos agradecer lo que dios y el proyecto bolivariano nos da. Lo que parece es lo que siempre se supo, que los ingresos que percibimos y que son superiores a cualquier país de la región, no alcanzan para considerarnos solventes y que el único rico es el estado y no el país y mucho menos la nación. Por eso el intento gubernamental de socializar a la pasividad fracasa al imponer con palabras altisonantes la idea de conformarnos con ser seres superiores (bolivarianos) sin ninguna necesidad de ir mas allá de saber leer y escribir, de cantar el himno aún vigente y de cultivar en la niñez desprotegida la certeza que el futuro será mejor aunque inalcanzable. Pero si revisamos sin pasiones algunas resultas del gobierno, quien avanza sin consenso, podemos observar una mejoría real en la calidad de vida de todos, incluso de quienes atemorizados por la supuesta cubanización de la sociedad obtienen beneficios en vivienda, en salud o en pensiones del seguro social que antes eran materialmente imposibles. Y es que parece que en el gobierno conviven dos o más alas que no se ponen de acuerdo para volar, que no coordinan el movimiento para producir el despegue pero, que avanzan al forzar la estructura que no cuenta con la otra y que produce elevaciones con caídas estrepitosas. Y voy a evitar el tema del aprovechamiento de fondos públicos, porque aquí todos esperamos que se nos de o que se nos ponga donde hay para obtener lo que supuestamente nos corresponde, lo que hablo es de la ineficiencia del ala doctrinaria, que impone el miedo, que nunca llega a nada al cambiar el norte cada domingo, que se encarga de reclutar a la parte cívica en los desfiles, que hoy habla de círculos, mañana de cooperativas y pasado de unidades de producción social formadas por miembros de círculos, de cooperativas, de lanceros, de consejos comunales, del partido de gobierno, que si ha ver vamos son los mismos gatos pero con quince carnets cada uno; y la otra ala, la eficiente, que entiende el proyecto socialista (tipo Brasil o Chile) como el método para imponer por la paz el modelo que en el mundo reivindica al ser humano pero, que como no tienen otra opción, se portan como gerentes de alta calificación, acompañados de expertos muy bien remunerados que consiguen con su caminar que los recursos de todos sean colectados para que se pierdan en la tiranía del desorden que busca igualarnos. Por eso, aparte de la pregunta que corona esta incoherencia y que no puedo responder en profundidad, debemos comenzar a definir con claridad que parte se puede salvar del proceso que vivimos, que conquistas debemos reivindicar a futuro pero ahora, porque sin duda esos avances merecen la pena de sufrir la solidaridad y el concurso de quienes se oponen a la revolución, para que de la mano de los sujetos que han impuesto los cambios, comencemos a resolver los problemas de salud, vivienda, seguridad y principalmente en educación para domar la incertidumbre del futuro con un presente que sea de todos. Entonces, la respuesta es porque si.
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