Consejos Comunales: alternativa contra el delito.
Un lugar común que se usa permanentemente por estos bares, está referido a la costumbre que tienen nuestros gobernantes de robarse los fondos públicos. Posiblemente sea parte de un síndrome que se activa cuando por efectos vinculados a la capacidad (o al azar) accedemos a un cargo que tiene dentro de sus competencias el firmar cheques. Particularmente me sentiría atraído a sufragar algunas necesidades personales, si estuviese ante el disgusto de trabajar supuestamente para los demás. Pienso que, aparte de lo sabroso que podría ser el gastar dinero que no es de uno, la afección se sufre por las licencias que otorgan la falta de control dentro de la estructura macrocefálica del estado, en donde los que nos dirigen hacen tal sacrificio (desgraciados) que bien merecen la pena hacerse ricos sin gloria. Sin duda es algo que todos queremos, que nos permite soñar con salir de abajo, si y solo si hacemos méritos para que nos den el fulano cargo. Al llegar (lo digo por ser testigo del ingreso de conocidos en rangos medios) un enjambre de asesores invadirán nuestros días para ofrecernos la mejor forma de ¨robar sin que lo sepan¨. Colocarán a nuestro servicio una serie de caras invisibles que nos cuidarán y a su vez reportarán nuestros pasos al señor que en el escalafón de corrupción ocupa el cargo inmediatamente superior, por eso quien quiere portarse con honor termina guisado. Salidas hay, colectivizar el manejo de los recursos puede ser una, pero para eso se deben instaurar mecanismos de control eficaces con la finalidad de evitar al Cacique que distribuye, rango ganado gracias a que en apariencia él tiene la cualidad, ligada al descrédito, de hablar con el supremo. Por eso, y gracias a una conversación que tuve con quien está participando en unas jornadas que pretenden la formación de consejos comunales, me atrevo a comentar que la robazón en la quinta republica se verá reducida, porque los vecinos se están organizando para ejecutar los recursos públicos, sin afiliación política, y animándose a participar en una iniciativa que al parecer acabará con los caciques. Sin duda es una alternativa con fallas estructurales, ya que aún se encuentra muy politizada y sufre el atajo de hablar en demasía de quien goza con el culto a su personalidad, pero, debemos entender que estamos ante una realidad que necesita del concurso de todos, sobre todo porque los recursos regionales se destinaran, en teoría, directamente en las comunidades, cuyos representantes deben vigilar para que en la práctica no se pierdan en verbenas idiotas. Aunque a mi me gustan las fiestas.
Un lugar común que se usa permanentemente por estos bares, está referido a la costumbre que tienen nuestros gobernantes de robarse los fondos públicos. Posiblemente sea parte de un síndrome que se activa cuando por efectos vinculados a la capacidad (o al azar) accedemos a un cargo que tiene dentro de sus competencias el firmar cheques. Particularmente me sentiría atraído a sufragar algunas necesidades personales, si estuviese ante el disgusto de trabajar supuestamente para los demás. Pienso que, aparte de lo sabroso que podría ser el gastar dinero que no es de uno, la afección se sufre por las licencias que otorgan la falta de control dentro de la estructura macrocefálica del estado, en donde los que nos dirigen hacen tal sacrificio (desgraciados) que bien merecen la pena hacerse ricos sin gloria. Sin duda es algo que todos queremos, que nos permite soñar con salir de abajo, si y solo si hacemos méritos para que nos den el fulano cargo. Al llegar (lo digo por ser testigo del ingreso de conocidos en rangos medios) un enjambre de asesores invadirán nuestros días para ofrecernos la mejor forma de ¨robar sin que lo sepan¨. Colocarán a nuestro servicio una serie de caras invisibles que nos cuidarán y a su vez reportarán nuestros pasos al señor que en el escalafón de corrupción ocupa el cargo inmediatamente superior, por eso quien quiere portarse con honor termina guisado. Salidas hay, colectivizar el manejo de los recursos puede ser una, pero para eso se deben instaurar mecanismos de control eficaces con la finalidad de evitar al Cacique que distribuye, rango ganado gracias a que en apariencia él tiene la cualidad, ligada al descrédito, de hablar con el supremo. Por eso, y gracias a una conversación que tuve con quien está participando en unas jornadas que pretenden la formación de consejos comunales, me atrevo a comentar que la robazón en la quinta republica se verá reducida, porque los vecinos se están organizando para ejecutar los recursos públicos, sin afiliación política, y animándose a participar en una iniciativa que al parecer acabará con los caciques. Sin duda es una alternativa con fallas estructurales, ya que aún se encuentra muy politizada y sufre el atajo de hablar en demasía de quien goza con el culto a su personalidad, pero, debemos entender que estamos ante una realidad que necesita del concurso de todos, sobre todo porque los recursos regionales se destinaran, en teoría, directamente en las comunidades, cuyos representantes deben vigilar para que en la práctica no se pierdan en verbenas idiotas. Aunque a mi me gustan las fiestas.
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