Thursday, June 07, 2007

Los muchachos en la calle:

Desde hace un par de años, cada vez que me levanto y tengo que bajar a los perros al jardín de la parte de abajo de la casa (los sinvergüenzas duermen con nosotros) me dirijo al mayor y le digo - Figo te voy a matar- para luego darle besos a todos. Por tanto la vinculación entre las palabras y los hechos no tiene mayor sustancia ya que lo que importa es que el decir nunca se traduce en hacer. Ahora bien, es posible que el temor presidencial esté justificado porque entre los miles de millones de seres humanos que habitan en la tierra se puedan encontrar (ejercitando la teoría de la posibilidad estadística) algunos que efectivamente quieran matarlo y unos varios que eventualmente lo intenten seriamente. Dejando por sentado que la defensa del líder máximo debe activarse por la amenaza real (aunque mal enfocada por el mercadeo de la revolución que la utiliza como activo) es lógico que las fuerzas públicas realicen ¨todos¨ los esfuerzos para proteger dicha majestad. Pero no tiene ningún sentido regar a los cuatro vientos (saturando a la atmósfera) que todo lo que se haga busca destruir al líder continental por la sencilla razón que disgustan sus maneras. Lo que los estudiantes han activado a través de protestas sin malicia, no es más que el ejercicio de un derecho constitucional revolucionario que busca decir que la libertad no es un punto negociable ante la aplanadora que por medio del socialismo de nuevo cuño busca ¨hacernos un mejor país¨. En este caso las comillas se utilizan para soportar la idiotez de los voceros del proceso, que de tanto decir han gastado a las palabras. Los muchachos lo que quieren es que se respete su espacio, la excusa del cierre arbitrario de RCTV (que si se hubiese mantenido como acto administrativo y no como solución de fuerza ante actos ¨golpistas¨ tuviese cierto sentido) ha sido el catalizador que ha sembrado la indefensión ante un gobierno que no reconoce a la parte del país que se le opone. Lo correcto seria dialogar entre iguales. Ayer, en el puente de las Mercedes, pude ver como la mayoría de los miembros de la policía metropolitana estaban a favor de mantener la calma y la cordura publica, cuando de pronto un par de loquitos vestidos de azul y sin justificación, lanzaron bombas lacrimógenas sobre quienes, por jojotos, no conocían los efectos dañinos de tan malditos artefactos. En los Altos Mirandinos la cosa fue peor, se capturaron a una cantidad importante de muchachitos (incluyendo a menores de edad bien menores) y se les está imputando delitos contra la propiedad y contra el orden publico, previa firma de un panfleto titulado ¨derechos del imputado¨ en donde al otorgarlo renuncian a derechos constitucionales y a otros emparentados con el proceso penal. Si lo que quieren es avivar el fuego para justificar, desde el gobierno, el evento más importante de la revolución, como es el magnicidio, debo decir que lo están logrando, sobre todo por atacar de manera desproporcionada a unos carajitos que ni bebiendo están. Y lo del llamado a que los cerros bajen puedo comentar que efectivamente bajaron con la lluvia, hechos lodo y desperdicios ante la falta de servicios públicos en zonas cuyos habitantes continúan esperando. A veces la ilusión para evitar tragedias debe parecerse a la realidad que todos queremos, así sea de lejitos.

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