Tuesday, January 26, 2010

Peregrinación a la venezolana:

El viernes, en casa del mejor amigo de mi archienemigo, me comprometí a realizar un resumen de lo necesario para andar el Camino de Santiago, tomando referentes de la cátedra dictada por Mariecito. Se debe contar con un morral con los siguientes aditamentos: crema dental (en envase pequeño), gel de baño, talco, jabón en barra, agujas e hilo (al presentarse una ampolla debe destruirse con la aguja y dejar en su interior un trozo de hilo), toallitas húmedas (para cagadas de campo), una carterita con capacidad para 500 c.c. de Brandy, un tubo de vaselina para untar las nalgas y el espacio que ellas dejan (de esa manera el roce pierde capacidad de destrucción), una licra de color oscuro, 3 interiores, 1 pantalón, 3 camisas, 6 franelas, 1 chubasquero, un rimel (preferiblemente Max Factor water proof), 10 pares de medias, una bandana multicolor, ¿medicamentos?, un par de botas para nieve y un ejemplar del Oráculo del Guerrero. Para la planificación del paseo es absolutamente necesario pensar que el objetivo es llegar caminando a Santiago de Compostela, cuando la realidad y el presupuesto hará que el recorrido termine en Burgos, haciendo que la travesía se equipare al socialismo venezolano: probable pero imposible. Se debe tener en cuenta que de las 10 noches, 4 serán disfrutadas en albergues para peregrinos, en donde, aunque gratuitos, se debe dejar cantidad suficiente para mantenerlos (apelando a la caridad católica) con la particularidad que en los mismos existen baños cuyas duchas deben usarse en parejas (de hombres) en donde la vuelta del peón no está permitida aunque tampoco está formalmente prohibida (recuerden el mirar para otro lado eclesiástico). Por recomendación facultativa, se debe dejar de beber con dos semanas de anticipación, sustituyendo el alcohol por chicha andina con omeprazole. Como parte del entrenamiento que hará posible la travesía, se debe caminar 8 veces a la semana por la Libertador con el vestuario completo, procurando que el morral tenga como peso máximo 11 kilos y la idea es cruzar los no sé cuentos kilómetros, ida y vuelta, como si un maldito homofóbico nos persiguiera con una correa en la mano. La ruta planteada deberá recorrerse en 10 jornadas, de al menos 15 kilómetros diarios, comenzando a las 10 de la mañana, por supuesto después de desayunar como si efectivamente el gobierno fuese a expropiar todos los automercados (Dios nos libre) y luego de la respectiva ablución. El inicio de cada jornada debe hacerse lentamente, evitando el agua, para que la desesperación por una cerveza o una sidra convierta a los caminantes en verdaderos penitentes, cuyo castigo se acaba al avistar el primer bar. Cumplida mi labor, les deseo lo mejor a quienes se embarcarán en un viaje que seguramente los hará inmunes (mientras dure) a la turbulencia vivida por estos bares, gracias al concurso de nosotros los idiotas que envidiamos el no ir a beber y caminar por tierra semi-santa, prefiriendo el mortificarnos por asuntos innobles, en nombre de lo que creemos pero no ratificamos con el ejemplo.

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