Thursday, November 16, 2006

Del amor y otros demonios bondadosos:

Muchas leyendas se han tejido a costa del supuesto poderío del gobierno para incidir sobre los hechos que de manera independiente se empeñan en ocurrir y que al hermanarse día a día forman lo que se conoce con el nombre de vida. También se ha sembrado la idea que formamos dos grupos, incompatibles entre si, cuyo destino bíblico es el enfrentamiento hasta lograr que uno cualquiera desaparezca para beneficio de todos. De un lado, quienes nos mandan, intentan diseminar en el colectivo que le es afín la extraña idea que nuestro tránsito debe ser dedicado en forma exclusiva a defender intereses colectivos, los cuales por ser mal explicados se convierten en indefinidos, cambiantes y acomodaticios pero siempre están del lado del bien. La revolución bonita fomenta que la conducta debe estar ligada de manera impuesta a comportamientos que deben producir patria (no botar basura es hacer patria) pero a su vez debe prevenir el ataque de agentes externos que pretenden destruir lo que ha luces vista no se ha construido, por eso se presenta la dualidad del pacifismo armado. También reconoce sin tapujos y sin vergüenza su incapacidad de resolver problemas que nos azotan (delincuencia, salud, educación, vivienda, etc.) pero a su vez y dentro de una política construida para cazar bobos e iletrados (nosotros), advierte que todo es posible a futuro, siempre y cuando aceptemos que quien tiene en sus manos la piedra filosofal es el líder del proceso y por delegación divina sus apóstoles. Por insólito que parezca, la tesis propone que para resolver lo que nos afecta primero debemos cambiar el modelo mental que nos agrupa hasta hacernos socialistas pasivos, para luego, cuando estemos del lado del bien y de la verdad, empezar a recoger la basura y tratar seriamente los desechos para sacarla de nuestras narices. Lamentablemente parece que la revolución se pierde en espacios no conquistados por el hombre y sus resultas parecen mas que doctrinarias un entrenamiento canino. Por esa vía, incluso al vencer batallas imposibles, que en el camino permiten corrupción, ineficacia y vejación, el proceso no será más que una meta utópica pero extraordinariamente cara, que solo es posible por la maldición de contar con recursos naturales que se comercializan principalmente con el enemigo. Pero del otro lado la situación no mejora, las contradicciones mediáticas nos llaman a votar – en medio de una trampa que no reconocerá el esfuerzo- para salvar un modo de vida que solo disfrutan pocos, que desprecia a los que menos tienen y que tiende trampas permanentes para difundir la idea que estamos ante el abismo, buscando exclusivamente aprovechar los réditos que da el mercadeo del miedo, que como ya he mencionado en otras ocasiones, por estos bares tiene compradores corporativos y poderosos. Ambos bandos, quienes nadan en mar ajeno, forman una minúscula parte de la sociedad, porque la afinidad que logran con las masas no da para disfrutar las bondades de tener una chequera en blanco, que permita cogerse al país como si se tratase de una tribu, porque, y eso se palpa en la calle, ahora lo que se quiere es lo de siempre (seguridad, PAZ y libertad) y se rechaza con vigor los atajos que nos comprimen ideológicamente. Por eso ante la alternativa que se nos presenta en las elecciones por venir, cuya participación es voluntaria, lo que debemos tener presente es que el resultado no nos favorecerá si no formamos ciudadanía que exija el cumplimiento de normas que están mas que consagradas en el texto constitucional, de lo contrario tendremos al amor y a la tarjetita negra (otro demonio bondadoso) formando gobierno para perpetuar la estafa que vivimos desde siempre, aunque espero que en libertad. Para concluir, manden al carajo a las maquinitas capta huellas, que solo sirven para justificar la riqueza que se traduce en vehículos alemanes lujosos.

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